Un grave error lógico y epistemológico

"Pero, como también Szasz decía, el hecho de denominar “enfermedad” a algunas experiencias vitales constituye “el más grave error lógico de la psiquiatría moderna” (Szasz, 1968:39).

Una desalentadora falta de evidencia

Basta, en efecto, hacer un recorrido por los escritos de las figuras clave de la psiquiatría de los siglos XVIII, XIX y XX para constatar que no hay un solo lugar en el que se muestre evidencia alguna de que los comportamientos observados sean, de acuerdo con el modelo anatomoclínico, una enfermedad, una disfunción biológica o el signo o síntoma de una enfermedad, de que exista la correspondiente anatomía patológica lesional, una relación causa-efecto entre una hipotética lesión, disfunción o desequilibrio y el comportamiento, y la correspondiente fisiopatología y patogenia, del mismo modo que sí la hay entre una hepatitis y la ictericia o entre un enfisema pulmonar y la disnea.

Los relatos de Lasègue sobre delirios de persecución y alucinaciones auditivas no son otra cosa que descripciones de experiencias vitales hechas a partir de los relatos de las personas que las tienen. Y a pesar de que afirma que “ahí hay algo más que la exageración de una tendencia natural (...), es un elemento patológico nuevo introducido en el organismo moral” (Lasègue, 1994:55), no aporta ninguna prueba de la existencia del tal “elemento patológico”. Kahlbaum expresaba su extrañeza ante la falta de “aclaraciones” aportadas por la anatomía patológica del cerebro, debido tal vez, suponía él, a no haber “disecado y escudriñado suficientes cadáveres de locos” (1995: 98).

Fuera del enunciado, pues, lo psicopatológico no existe, no está ahí preexistente alojado en su “sede” cerebral a la espera de ser “descubierto”. Fuera del enunciado, el único hallazgo consistente son los comportamientos sobre los que se opera la metamorfosis declarativa. Y la única evidencia de que esos comportamientos son una enfermedad es que algunas personas declaran que otras la padecen.

Una logomaquia, una enfermedad inventada

Sin fundamento empírico alguno, la metamorfosis que declara “esto es una enfermedad”, “esta persona está enferma”,”tiene una enfermedad mental”, queda, pues, reducida a una construcción socioverbal vacía de contenido referente, un espejismo de naturaleza verbal, pura logomaquia. Al mismo tiempo, la supuesta enfermedad es ella misma una enfermedad inventada, creada en el propio enunciado patológico y que existe solo en él. “Llamo a esto ‘esquizofrenia’”, declara Kurt Schneider. Laín Entralgo llama a las neurosis experimentales un “desorden patológico de la conducta”, y considera que “el modo de enfermar propio de las neurosis humanas - y mutatis mutandis el de las psicosis- es el correspondiente al de cualquier otra de las enfermedades que el hombre padece” (1987:16), y ello a pesar de que en todo el proceso por el que se instaura una neurosis experimental no hay nada que permita pensar en alteraciones lesionales morfológicas y fisiológicas en el organismo, sino más bien en una fisiología en perfecto estado de funcionamiento.

El mismo Leon Eisenberg, uno de los principales responsables de la invención del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, que tan pingües beneficios sigue reportando a las compañías que comercializan el metilfenidato, declaraba, en una confesión tardía que podría tildarse de cínica, que “este trastorno es un claro ejemplo de una enfermedad que se ha inventado” (citado en Blech, 2012:100).

La psicopatología, una profesión de fé

Por todo ello, la metamorfosis declarativa no es una evidencia, es una creencia, una “verdad revelada” en la que hay que creer por la autoridad de quien la enuncia. De hecho, Kurt Schneider reconoce que su postulado sobre la ciclotimia y la esquizofrenia tiene que ser “una profesión de fe” (1997:35), puesto que “nos son desconocidos los procesos morbosos que subyacen a la ciclotimia y a la esquizofrenia. Los únicos apoyos que Schneider puede aducir son los comportamientos que definen la ciclotimia y la esquizofrenia. A ellos superpone arbitrariamente la declaración patológica, quedando, de esta manera, reinventados como “hechos psicopatológicos”, como síntomas psicopatológicos, lo cual modifica radicalmente la naturaleza de lo somatopatológico definida por el modelo anatomoclínico al que, por otra parte, Schneider proclamaadherirse. Pero Schneider dará un paso más decisivo todavía en el camino de la patologización del comportamiento humano. Aún cuando considera que las “personalidades anormales” y las “reacciones vivenciales anormales” no son enfermedades, sino más bien variedades anormales del psiquismo, inviste, sin embargo, con la denominación de “psico(pato)logía” a un grupo de personalidades anormales..."

López, E; Costa, M. (2012).