"...Esta visión basada más en lo médico asistencial se mantuvo de forma privilegiada hasta el siglo pasado. Para Trilla, Espluga y Plana (2008) el modelo de atención biomédico se basa en la mera prescripción del tratamiento necesario. El sanitario se posiciona en el rol de experto en el diagnostico de necesidades individuales y/o comunitarias mientras que el usuario en el rol de informado. La población diana es meramente demandante y la información que se aporta unidireccional.
No obstante, el modelo biomédico comienza a encontrar fracturas en su estructura, la propiciación de lo asistencial genera dependencia, dependencia que imposibilita en las personas el desarrollo de autonomía en su propio cuidado. Paradójicamente, la metodología del modelo propicia su propia ruina, ya que se mantiene en el imaginario popular que el que cura es el médico, un agente externo, acostumbrando a la población a que sea alguien de afuera y no ellos mismos los responsables de su salud. Además, otro problema grave es la consciencia de la patología como motivadora del cambio sin centrarse en las posibilidades de crecimiento de la persona. Esto crea el supuesto que solo debe existir preocupación cuando surja alguna problemática o enfermedad.
El enfoque biomédico cae en una mirada tecnicista del paciente. Para Villegas, Castillo, Montero, Holthuis, Álvarez, Freer y Vázquez (2003) el paciente percibe este tipo de atención como fría y distante, dejando de lado la necesidad de todo paciente de satisfacer sus expectativas de la relación humana.
En base a esta paradoja, se reconceptualiza el sistema de salud en muchos países y surge el modelo de la Promoción de la Salud, diseñado bajo la confianza de la posibilidad de ser cada individuo responsable y capaz de su propia salud. Además, se da un viraje desde la enfermedad hacia la salud. No se trata únicamente de evitar y prevenir enfermedades, sino propiciar la potencialización y máximo disfrute de cada individuo en su mundo..." Redondo, D. (2013).