Los problemas psicológicos son experiencias vitales inherentes e intrínsecas a las transacciones entre la biografía y el contexto, brotan de ella, con la complejidad de los factores biográficos y contextuales y de la historia biográfica que las definen, y cuya naturaleza analizan y explican los paradigmas de la psicología. Asimilarlos a patologías y a supuestos desequilibrios bioquímicos, superponerles una categoría nosológica que es tan sólo una logomaquia tautológica, secuestrarles las transacciones y experiencias vitales que son su raíz, suplantar los circuitos contextuales y transaccionales por circuitos patológicos, es negarles su verdadera esencia, es desnaturalizarlos. Despojados del significado transaccional que los hace comprensibles, no es extraño que, como dijimos antes, a los ojos del modelo psicopatológico los problemas psicológicos carezcan de sentido, sean un enigma.
Este carácter transaccional, y muy en particular interpersonal, de los problemas psicológicos no pasó desapercibido para muchos de los representantes del modelo patológico, entre los que podemos citar a Harry Snack Sullivan y a Carlos Castilla del Pino, cuando trataron de comprender el sentido existencial de las experiencias vitales.
Existen también sectores que desde la Psicología investigan y desarrollan su práctica clínica desde una perspectiva transaccional específicamente psicológica y que, no obstante, asumen parcialmente y a menudo la retórica (“síntomas”, “síndrome”, “trastorno mental”,...) propia del modelo psicopatológico (Vallejo, 1998; Labrador, 2008; Caballo, Salazar y Carrobles, 2011). Nos preguntamos si no sería preferible obviar esta terminología para dejar más nítido el enfoque específicamente psicológico y transaccional propio de los paradigmas de la psicología y el planteamiento crítico que ellos mismos hacen del modelo psicopatológico.
Existen también sectores que desde la Psicología investigan y desarrollan su práctica clínica desde una perspectiva transaccional específicamente psicológica y que, no obstante, asumen parcialmente y a menudo la retórica (“síntomas”, “síndrome”, “trastorno mental”,...) propia del modelo psicopatológico (Vallejo, 1998; Labrador, 2008; Caballo, Salazar y Carrobles, 2011). Nos preguntamos si no sería preferible obviar esta terminología para dejar más nítido el enfoque específicamente psicológico y transaccional propio de los paradigmas de la psicología y el planteamiento crítico que ellos mismos hacen del modelo psicopatológico.