La verdad que está aquí:

Hay una historia sobre un hombre piadoso que creía mucho en Dios. Un día, en el lugar donde él vivía, comenzó a llover muy fuerte, y llovía, y llovía, y se produjo una gran inundación. Él pasó desde el primer piso de su casa hasta el segundo, y el agua seguía creciendo hasta que llegó a la terraza. Alguien estaba remando por allí y le dijo: “Sube, amigo, te salvaré; el agua está creciendo”. El dijo: “No, creo en Dios, realmente tengo fe, creo”. Así que se despidió del bote. 

Llovía más y el agua seguía creciendo hasta su cuello. Pasaba otro bote levantando gente. “Suba, mi amigo, lo salvaré”. “No, gracias, tengo confianza. He vivido toda mi vida. Creo en Dios, no es necesario”. El bote se marchó. El agua subió hasta su nariz hasta que apenas podía respirar. Llegó un helicóptero que descendió y le arrojó una cuerda. “Suba amigo, lo salvaré”. “No gracias. Yo creo, tengo fe, confío”. Así que el helicóptero se marchó. Llovió un poco más y el hombre se ahogó.

Después de eso fue al cielo. Poco después de llegar tuvo una entrevista con Dios. El hombre avanzó, se sentó, presentó sus respetos y luego dijo: “Sabes, no comprendo. Yo era tu siervo fiel. Era confiado, y rezaba, era muy creyente, y simplemente no comprendo que me sucedió”. Y le contó a Dios todas sus circunstancias. “¿Dónde estuviste cuando te necesité?” Dios miró hacia arriba y rascándose la cabeza dijo: “Yo tampoco comprendo. Te envié dos botes y un helicóptero”.


Nosotros esperamos que aparezca Dios en algún gran relámpago, o que nuestro despertar espiritual sea otra experiencia mundana maravillosa. Lo que el Dharma es, y a lo que podemos despertar, es la verdad que está aquí cuando abandonamos nuestras fantasías, recuerdos y cosas, y venimos al presente. Narración de Jack Kornfield.